lunes, 4 de febrero de 2013

EL TIEMPO EN SUS MANOS (1960)

La película que hoy comentamos podemos decir que es un referente de la ciencia ficción clásica, adentrándose además en uno de los temas más disfrutables para todos los públicos como es el de los viajes en el tiempo, siendo por tanto una cita casi ineludible para los cinéfilos. Alrededor de este film destacan dos figuras como son H.G. Wells y George Pal. Del primero, todo lo que digamos ahora se quedará corto, siendo sin duda alguna uno de los autores del género de ciencia ficción más importantes de todos los tiempos, y me atrevería a decir que uno de los que más veces, y con mejores resultados, ha sido llevado a la gran pantalla. Con obras como La vida futura (1936), La guerra de los mundos (1953), El hombre invisible (1933) o La isla de las almas perdidas (1932) - peculiar título que se le dio a la primera adaptación de La isla del Dr. Moreau - por citar las más conocidas.
El segundo destacó primero en su país como animador en el arte del stop-motion, para trasladarse en los 40 a los Estados Unidos, donde se convirtió en una figura polifacética dentro de la industria del cine. Sobresaliendo gracias a su artesanal arte en los efectos especiales en films tan reconocidos como La guerra de los mundos y en la que tratamos hoy, donde tomó también el papel de director. Pal fue uno de esos genios que supo tocar múltiples facetas dentro del business del cine (ejerció de director, productor, especialista de efectos especiales...).

Intentando convencer a sus amigos de que es posible viajar por el tiempo...
Destacó como productor, sabiendo llevar en la década de los 50 la ciencia ficción hasta los grandes estudios, convenciéndoles para hacer películas de género más vistosas y lujosas que las de serie B que poblaban los cines por aquellos años, sin que ello quiera decir que fueran  producciones muy caras. De hecho la que hoy tratamos solo costó 700.000$ de la época. Producida por la Metro-Goldwin-Mayer ante la negativa de la Paramount, ya quería orientarse más en la ciencia ficción del espacio (no tuvieron mucho tino en esta ocasión).
Dentro de sus aportaciones al séptimo arte también encontramos títulos como son La conquista del espacio (1955) o Destino a la luna (1950), logrando con esta última uno de los cuatro Oscar a los efectos especiales que logró a lo largo de su carrera, premio que también lograría con El tiempo en sus manos. 
Ya hemos hablado en otras ocasiones en el blog del contexto socio-político que vivían los Estados Unidos en los 50, por lo que no me extenderé sobre ello. Simplemente mentar que la tensión originada a raíz de la Guerra fría y el miedo atómico, generaron multitud de títulos de ciencia ficción de serie B donde se explotaban estos temas. En El tiempo en sus manos en concreto se habla mucho de estos temores a una guerra nuclear y sus posibles efectos, tomando especial protagonismo en la segunda mitad del film.

Listo para emprender el gran viaje...
La historia me imagino que es de sobras conocida por la mayoría, y nos sitúa en Inglaterra en el año 1899, donde cuatro acomodados hombres de mediana edad esperan pacientemente la llegada de su amigo y científico George (Rod Taylor) en el comedor de su casa, la tarde de vísperas de fin de año. Mientras se quejan y elucubran acerca del retraso del normalmente puntual anfitrión, éste entra visiblemente herido para pasarles a contar una increíble historia que acaba de vivir. Arrancando una semana antes, en un anterior encuentro entre estos amigos donde les comentó sus investigaciones en los viajes temporales y como ese mismo día viajó adelante en el tiempo, para ser testigo primero de la Segunda Guerra Mundial y posteriormente de un holocausto atómico que terminaría con la civilización como era conocida hasta entonces. Para viajar luego a un lejano futuro más allá del año 800.000 para descubrir que suerte había corrido la humanidad...
The time machine (título original que aquí se cambiaría, como solía ser habitual, por el de El tiempo en sus manos, creo que viene dado por una frase que se cita en varios momentos a lo largo de su metraje, donde el protagonista dice o le dicen que tiene todo el tiempo del mundo en sus manos). Como sea, es una extraordinaria película de ciencia ficción clásica cuidada con todo lujo de detalles gracias a unos efectos muy artesanales, incluyendo técnicas muy variadas como el stop motion, made-painting o la animación, teniendo como resultado unas imágenes que emanan esa magia clásica merced de estos efectos tan trabajados.

El maniquí que irá cambiando de vestidos...
Especialmente poética es la forma elegida para reflejar el paso de los años cuando hace sus primeros viajes hasta un futuro cercano, mediante un simple maniquí situado en una tienda de ropa delante del laboratorio, donde asistimos a un continuo cambio de vestidos indicativo del paso de los años y las modas de cada momento. Casi a las antípodas de la gran parafernalia que inunda el cine actual, sin con ello conseguir que sus imágenes nos impacten de la misma manera.
En su segunda mitad asistimos a un lejano futuro donde la Tierra ha recuperado su esplendor natural, pareciendo a priori un nuevo Edén, y se encuentra habitada por los Eloi y los Morlocks, deparando más de una sorpresa para todos aquellos que la vean por primera vez.

Más allá del año 800.000... ¿qué se esconde dentro de esas puertas?
El ritmo y estructura narrativa le va como anillo al dedo a la historia, desprendiendo en ciertos pasajes una gran melancolía por el tiempo pasado, los amigos que ya no están (como en su visita al futuro laboratorio ya abandonado hace mucho o el encuentro del nieto de su mejor amigo) o la sensación de pérdida de la riqueza de la cultura humana al llegar a un futuro sin respuestas (especialmente la escena de los libros). Siendo de aquellas que vi de pequeño que a uno siempre le apetece revisar nuevamente, y en esta ocasión si era en pantalla grande en el cine gracias a los compañeros de Phenomena, la oferta era irresistible, pudiendo así disfrutar del Technicolor en toda su esencia.
Un detalle muy importante es la máquina del tiempo en sí, un icono imborrable. Ha sido homenajeado en multitud de ocasiones, apareciendo en otras películas como Gremlins en la escena de la convención de inventores, desapareciendo al momento siguiente al haber viajado nuevamente en el tiempo; o en un episodio de The big bang Theory, en el que la compraban por ebay; y también en el primer trailer de Regreso al futuro, Michael J. Fox aparecía sentado en la máquina original alardeando de tener una máquina del tiempo mucho mejor, sacando su Delorian en comparación de la clásica del film de George Pal. Tampoco podemos obviar que es el objeto elegido para los premios del Festival de cine fantástico de Sitges. Lo dicho, un icono.

Los Morlocks...
George junto a la joven Weena, una inocente miembro de los Eloi...
El diseño de la máquina también tiene su miga, pues H.G.Wells no la describía apenas en su novela y George Pal que estaba obsesionado con los trineos (cada uno tiene su manías, que queréis que os diga...), quiso que su máquina tomara ese concepto, de deslizarse por el tiempo, y si nos fijamos, la máquina básicamente es un trineo.
Otra característica importante es la fuente de energía limpia que usa la máquina, aquí basada en una especie de cristales. Supongo que en contraposición de la aparición y explotación de una energía tan peligrosa y nociva como la atómica.
Tuvo su particular remake en el año 2002 dirigido por Simon Wells, la coincidencia de apellidos no es fruto del azar, pues se trata del nieto de H.G.Wells. A pesar de que en los efectos y en algunos aspectos de su ambientación y producción se nota que se trata de una obra de no bajo presupuesto, no podemos decir que resultara demasiado satisfactoria y palidece al lado de su antecesora. Sin duda alguna quedaros con el original, no saldréis defraudados.


4 comentarios:

  1. Buen artículo, he descubierto este blog, y debo felicitarte (a ti, o a todos los que lo hagais).

    Esta cinta es una marvilla por cualquier lado que se coja, una de esas películas que no me canso de ver.

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  2. Fantastica. Un clásico indiscutible aun muy disfrutable y con unos excelentes efectos especiales (a excepción de los Morlocks que han envejecido muy mal).

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  3. Sí, tienes razón, realmente los Morlocks para cualquier espectador de nuestros tiempos no llega a tener el aspecto terrorífico que quizás si percibieron los espectadores hace 50 años. Pareciendo más bien un simpático disfraz de carnaval que otra cosa. Pero esa también es una gracia más de este gran clásico... ^^

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  4. yo vi en tv esta pelicula en los 80 y aun no habia color aqui en argentina
    hace poco pude apreciar todo el potencial de la pelicula al verla en
    color y en formato cine es un clasico que me canso de ver tengo tanto el dvd time machine 1960 como el segundo la remake del 2000 pero debo reconocer que me quedo con la de 1960 es muy superior en trama

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